El Sistema Amara Berri surgió en los años 70 en el País Vasco y promueve una educación a través de experiencias vitales como juegos de rol y la apuesta por la diversidad de edades en una misma aula.
A finales de la década de 1970, la docente Loli Anaut llegó a la dirección pedagógica del centro Amara Berri, ubicado en San Sebastián, y consiguió impulsar un nuevo método de aprendizaje que marcó un antes y un después en las escuelas vascas. El proyecto, bajo el título inicial ‘La globalización como proceso vital dentro de un sistema abierto’, fue desarrollándose poco a poco y con el paso del tiempo este centro se ha convertido en un ejemplo de escuela alternativa y su sistema se ha expandido más allá de sus muros.
Pero, ¿en qué consiste realmente la pedagogía Amara Berri? Para Anaut y el resto de docentes que impulsaron el proyecto, los estudiantes y su actividad eran el eje principal: ellos mismos debían ser los protagonistas de su propio aprendizaje. Además, los libros de texto que tradicionalmente habían sido el material básico en las escuelas se dejaron a un lado para apostar por experiencias reales como base del aprendizaje.
“Loli Anaut decía que lo más importante era un desarrollo global. Responder a la globalidad de los niños y las niñas. Tienen que aprender las materias curriculares pero este sistema es un contexto de vida”, cuenta Maribi Gorosmendi, jefa de estudios del CEIP Amara Berri.
El día a día como protagonista
Cada jornada está protagonizada por una serie de ‘actividades vitales’ que suelen centrarse en experiencias como el teatro, la radio, la televisión, los juegos de rol como hacer la compra o preparar la comida, la prensa o la música. Estas se desarrollan en rincones, también llamados ‘contextos’, en los que los estudiantes cuentan con diferentes materiales que les ayudan a realizar las propuestas educativas de ese día.
La idea sobre la que giran estas actividades es que deben desarrollarse de la misma manera en la que se enfrentan a una situación de la vida real. Por ello, toman mucha importancia cuestiones como la manipulación, la creación o la interacción social. Los alumnos pueden ir rotando por las diferentes propuestas de juegos diarios y deben resolverlas mediante las estrategias que ellos crean necesarias.
Por ejemplo, en el centro cuentan con un ‘contexto’ en forma de barrio en el que es posible encontrar un supermercado, una tienda de telas y distintas casas. Los alumnos se mueven por los rincones combinando el juego con el aprendizaje. “Desde la necesidad que tienen de poder jugar en este barrio, es donde van aprendiendo Matemáticas.
Estas tienen que ser una aplicación porque no vale nada que un niño sea muy bueno sumando, tiene que saber que esa operación vale para algo”, explica una de las docentes del centro. De esta manera, los estudiantes repasan las unidades de medida pesando distintos alimentos o trabajan las sumas pagando los artículos que compran en el supermercado.
¿Y las evaluaciones?
Además, los exámenes no forman parte del sistema de evaluación de los estudiantes sino que se sustituyen por la ‘txikiweb’, un sistema informático utilizado por los propios alumnos en el que van registrando sus actividades a través de imágenes. Cada vez que terminan una actividad, estos explican su trabajo a través de la televisión, la radio o la prensa del colegio o de exposiciones. Se evalúan tanto ellos mismos como del resto de compañeros, mediante críticas constructivas con las que conseguir un mayor ‘feedback’.
Al ritmo de cada alumno
La individualización es otra de las principales bases de la pedagogía. Esto se debe a la importancia de que cada estudiante se adapte al ritmo de trabajo que necesite. Y en Amara Berri esto se consigue apostando por la diversidad de edades en el aula. En ellas se encuentran alumnos de diferentes niveles educativos, haciendo más evidentes las diferencias de aprendizaje de cada uno de los estudiantes. Esto, a la vez, trae consigo la necesidad de individualizar la intervención educativa.
Para ello, los docentes deben organizar las clases de tal manera que presten mayor atención a aquellos estudiantes que la necesiten y den más libertad a los que sean más autónomos. Además, al contar con diferentes edades en una misma aula se fomenta la colaboración, de tal manera que los más mayores ayudan y apoyan a sus compañeros de ciclos inferiores a la hora de resolver diferentes actividades. Debido a esto, el trabajo en equipo es uno de los activos más importantes del Sistema Amara Berri.
Existen otras metodologías y pedagogías que han surgido al pasar de los años, en donde el foco del aprendizaje se encuentra en posicionar a cada estudiante en el centro del aprendizaje o priorizar que las niñas y niños aprendan y vayan descubriendo el mundo según su propio ritmo.
Fuente: Educación tres punto cero