La nueva ley busca mejorar la convivencia y fortalecer el aprendizaje. Una oportunidad para recuperar la atención, el diálogo y el sentido educativo dentro del aula.

La reciente aprobación en el Senado de Chile de una ley que prohíbe el uso de teléfonos celulares en establecimientos de educación parvularia, básica y media marca un nuevo rumbo para nuestras aulas. A partir del año escolar 2026, las salas de clases se convertirán en espacios libres de teléfonos. Esta medida apunta a mejorar la convivencia escolar, reducir las distracciones y favorecer un aprendizaje más centrado en las relaciones humanas y el desarrollo integral.
Una medida con propósito pedagógico
La normativa no es solo regulativa: tiene un fuerte sentido educativo. Al liberar al aula de pantallas, se promueve una enseñanza más consciente, una escucha genuina y una participación más comprometida. Cuando todos los estudiantes comparten atención y presencia, se recupera el valor del diálogo, la colaboración y el aprendizaje comunitario. Para los equipos docentes y directivos, la ley representa una invitación clara a revisar sus prácticas pedagógicas y fortalecer metodologías que promuevan reflexión, trabajo colaborativo y aprendizaje profundo.
Desafíos y recomendaciones para su implementación
Si bien la medida abre nuevas posibilidades, su implementación exige un acompañamiento cuidadoso. Es clave construir acuerdos con estudiantes, familias y docentes para que la norma se entienda como una oportunidad y no como una sanción. Cada establecimiento debe definir protocolos claros —¿dónde se guardan los teléfonos celulares? ¿qué excepciones se permiten?— y asegurar canales de comunicación efectivos en caso de urgencias.
Además, eliminar el celular no basta por sí solo: las clases deben ofrecer experiencias activas, participativas y significativas. Estrategias como proyectos (metodología ABP, por ejemplo), debates, metodologías activas o rutinas colaborativas ganan relevancia en este nuevo contexto. También es fundamental atender el bienestar socioemocional: para muchos estudiantes, el celular representa un vínculo; la escuela debe acompañar esa transición con empatía y contención. Por último, cobra vital importancia fortalecer los canales de comunicación formales del colegio: plataformas, reuniones periódicas y contacto fluido con apoderados.
Una oportunidad para reconectar con lo que importa
En Tu Clase celebramos esta ley porque representa una invitación sincera a centrar la educación en lo esencial: las personas, sus historias, aprendizajes y relaciones. Más allá de una restricción, este cambio es una puerta abierta hacia aulas con mayor presencia, concentración, humanidad y significado.
Invitamos a las comunidades educativas a asumir esta transición con creatividad, colaboración y compromiso. Porque una escuela sin celulares puede ser también una escuela con más atención, más diálogo y más aprendizaje real.